2357 | Spanish Monarchy

FELIPE IV (1621-1665). Trentí. (Au. 7,06g/30mm). 1626. Barcelona. (Cal-2019-1720). MBC+. Vanos de acuñación. Muy escasa.

La primera acuñación de un Trentín de oro se remonta al reinado de Felipe III y fue una moneda concebida para su circulación exclusivamente en Cataluña. Desde el primer momento siguió el patrón del conocido como Doblón de dos caras de los Reyes Católicos o Doble Ducado de la Pragmática de 1497. De hecho, ambas monedas son tan extremadamente parecidas que sólo por las facciones de los retratos, más o menos rígidas, más románicas o más renacentistas, podemos diferenciarlas entre sí. De la época de Felipe IV, podemos encontrar dos posibles variantes en los anversos: piezas con estrellas acuñadas, como la que nos ocupa, o bien con la marca B, que hace alusión directa a la ceca de Barcelona. Además la acuñación de 1626 coincide con la presencia del propio rey en las Cortes de Aragón, Valencia y Cataluña, condición sine qua non, que estos territorios impusieron al monarca para aprobar las reformas centralizadoras que Olivares pretendía llevar a cabo.

Automatically generated translation

FELIPE IV (1621-1665). Trentí. (Au 7.06g / 30mm). 1626. Barcelona. (Cal-2019-1720). VF. Coinage voids. Very scarce.

The first minting of a gold Trentín dates back to the reign of Felipe III and it was a coin conceived for circulation exclusively in Catalonia. From the first moment it followed the pattern of the so-called Double-sided Doubloon of the Catholic Monarchs or Double Duchy of Pragmatics of 1497. In fact, both coins are so extremely similar that only because of the more or less rigid features of the portraits, more Romanesque or more Renaissance, we can differentiate them from each other. From the time of Felipe IV, we can find two possible variants on the obverse: pieces with minted stars, like the one in question, or with the B mark, which makes a direct allusion to the Barcelona mint. Furthermore, the minting of 1626 coincides with the presence of the king himself in the Cortes of Aragon, Valencia and Catalonia, a sine qua non condition that these territories imposed on the monarch to approve the centralizing reforms that Olivares intended to carry out.